Una mujer se quejaba, en una reunión, de que su marido siempre estaba en casa;
cuando él salía del trabajo, de inmediato se trasladaba a su hogar. Sábados y domingos
se hallaba ahí de tiempo completo. Su malestar consistía en nunca poder estar sola;
esta situación se le había convertido en un auténtico fastidio. En cambio, otra de las
asistentes a la reunión, se lamentaba de que su pareja viajaba demasiado y era muy
poco el tiempo que compartían. Una más, se sentía fastidiada porque su madre siempre
estaba atenta de ella, la llamaba todos los días y constantemente preguntaba por su
salud. Una señora, de mediana edad, se dedicó a quejarse toda la tarde de su trabajo,
se le hacía rutinario y, por la cantidad de problemas que tenía a diario que resolver,
muy pesado. Así, el grupo de mujeres que se había reunido para compartir una taza de
café, más bien parecía una competencia de quién sufría más. Por supuesto, en su
opinión, cada una de ellas se merecía el galardón del primer lugar, pues nadie de las
presentes la podía superar.
Yo cambié de óptica y traté de analizar lo positivo que contenía la situación de cada
mujer. De la que se quejaba de la presencia del marido, su bendición era tener alguien
que siempre la acompañaba; de aquella que se lamentaba de la ausencia de su pareja,
su bendición era tener tiempo para dedicarse a otras cosas; quién no soportaba su
trabajo, su bendición era tenerlo; y qué decir de la bendición de tener una madre que
cariñosamente se ocupa de su hija. Concluí que toda bendición no aceptada se
convierte en maldición. Que es usual tropezarse con personas que han hecho de sus
vidas un calvario, pues han perdido la dimensión positiva de sus circunstancias,
convirtiéndose en inconformes negativos. Creo que les produce una gran satisfacción
recibir compasión de los demás, de hecho, es un juego psicológico para manipular el
reconocimiento; obedece a una necesidad inconsciente de recibir caricias. Por supuesto,
es un juego mortal, pues perdemos la vida, porque en lugar de crecer en la intimidad y
construir una valiosa relación, nos dedicamos a desperdiciar el recurso más valioso, no
renovable e irrecuperable, que es el tiempo.
- ¿Tiene por costumbre lamentarse de su circunstancia?
- ¿Cuál es su actitud ante los mártires graduados?
- Tanto el que se lamenta, como quien lo escucha, pierden inútilmente el tiempo, ¿se
atrevería a romper el juego?
La relación humana debe ser un tejido permanente. En cada encuentro que tenemos
con otra persona, debemos darnos la oportunidad de enriquecernos mutuamente,
evitando manipular para obtener su reconocimiento. Además, es vital buscar el enfoque
positivo de nuestra circunstancia. Usualmente amamos lo que no poseemos y
despreciamos lo que tenemos, agregándonos penas gratuitamente. Debemos aprender
a transitar en la vida con un equipaje más ligero; tenemos por costumbre ver el lado
oscuro de las cosas; la auténtica iluminación es ver el lado brillante en cada situación.
Esto no es una utopía, y tampoco debe confundirse con ver las adversidades con
cristales color de rosa, sino buscar su dimensión positiva, y parafraseando a mi amiga y
poeta Ana María Rabatté, “disfruta los buenos momentos, porque los malos te llegan
solos”.
Si quieren hacerlo participar en el juego del sufrimiento, aprenda a distinguirlo, ubique
a su interlocutor y llévelo al campo de la reflexión. Cuestione en el sentido de qué
piensa hacer, en forma específica, para aliviar ese profundo sentimiento, y si aun así
insiste en que se encuentra en un callejón sin salida, cambie de tema y solicite su
ayuda para enriquecerse mutuamente. No desperdicie la oportunidad en lamentaciones
sin final.
La amistad es una sublime manifestación del amor, que debe ser constantemente
cuidada y acrecentada. La intimidad consiste en compartir profundamente nuestro ser,
y para ello es necesario confiar nuestras penas, alegrías, éxitos, fracasos y sueños. Lo
que debemos evitar es la búsqueda manipuladora de reconocimientos a través de
provocar lástima.
Es preferible transitar en la vida con una pequeña luz de positivismo que vivir siempre
en la oscuridad.
Miguel Ángel Cornejo
5 comentarios:
Hola Nelita
Yo me siento identificada con tus palabras, yo soy de las que le busca el lado bueno, pero muchas veces he caido en la queja de lo que no tengo.
Con los años uno va cultivando la paciencia y soy una convencida de que todo llega algun dia. A veces llega la felicidad de la manera y el momento que menos esperamos.
Buena semana!
Besos
linda historia, creo que muchas veces actuamos asi, es como si hubieras puesto un espejo delante mio, muchos cariños...Silvina
Perfecta la entrada Nelita. Con el tiempo he aprendido que no sirve de nada quejarse y me aplico la sabiduría de los antiguos: "Solo hay dos maneras de ser desgraciado: "O deseando lo que no se tiene, o teniendo lo que se deseaba". (Pierre Louys poeta y novelista francés).
ESTUPENDA TU ENTREGA NELITA, EN CIERTO MODO ME HA TOCADO DE CERCA.-
MUY ACERETADO EL RELATO.-
UN ABRAZO
Hermoso Nelita, me gusto mucho...que cierto y profundo
besos
Noelia
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