
Nunca jamás volveré a compadecerme ni a menospreciarme.
Nunca jamás volveré a saludar al amanecer sin una meta.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Nunca jamás volveré a ser descortés con ningún ser viviente.
Siempre buscaré la semilla del triunfo en todas las adversidades.
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
Siempre pondré todo mi ser en la tarea que tenga entre manos.
Nunca jamás volveré a aguardar en espera de que la oportunidad se presente ante mí.
Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin.
Siempre me mantendré en contacto con mi Creador, a través de la oración.
Og Mandino
0 comentarios:
Publicar un comentario