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Sigue los dictados de tu corazón

ENSEÑANZAS 

En la vida, llegamos al momento en que estamos dispuestos a asimilar nueva información. Antes de eso no lo veremos aunque la tengamos delante de las narices. Somos animales de costumbres. Seguimos con lo que estábamos haciendo hasta que nos obligan a cambiar. Así pues, ¿la vida es una sucesión de desastres dolorosos? No necesariamente. El universo siempre envía señales amables. Cuando no hacemos caso de ellas, nos hace la señal con un mazo. El progreso duele más cuando nos resistimos. Determinadas personas reciben determinadas enseñanzas. Mi vida es una sucesión de enseñanzas que yo necesitaba, y que se suceden en perfecto orden. Recibimos enseñanzas continuamente. Pero si no las aprendemos, tendremos que repetir curso una y otra vez… y otra vez… y otra. Cuando nos sentimos desgraciados siete días a la semana, seguramente nos hemos saltado una lección.

VIVIR Y APRENDER

A este mundo no vinimos a castigarnos sino a educarnos. Todo lo que sucede nos ofrece una oportunidad de transformación y los grandes desastres pueden transformar incluso nuestra mentalidad. Actúa como si cada suceso tuviese una finalidad, y tu vida tendrá finalidad. Averigua por qué te hacía falta esa experiencia, domínala, y ya no volverá a serte necesaria. Cuando tú cambias, tu situación cambia. Es axiomático. No hace falta que te pares a pensar cómo ocurrirá. Tu transformación modifica tu circunstancia. Pero el cambio ha de ser auténtico. Antes de cambiar la dirección, intenta cambiarte los esquemas. Al miedo sólo se le vence enfrentándonos a él. Como atraemos constantemente las enseñanzas que necesitamos, muchas veces atraemos las experiencias que tememos. Cada uno de nosotros es una causa. Nuestros pensamientos atraen las circunstancias y las crean. Si cambiamos, creamos circunstancias diferentes. No es imprescindible que la vida sea siempre dolorosa, pero el dolor sigue siendo la razón principal que nos mueve a cambiar. Mientras no nos duela nada, podremos consentir que nuestro ego siga diciendo “voy bien”. Cada uno de los sujetos que aparecen en tu vida es un maestro. Aunque nos vuelvan tarumba, aprendemos, porque nos enseñan dónde están nuestros límites. Que sean nuestros maestros no significa que tengamos que amarlos. La vida es como una escalera. Para subir, antes hay que sentarse bien en el peldaño donde estamos, sea el trabajo, las relaciones, el dinero o cualquier otro. Hecho esto, podremos avanzar al peldaño siguiente. Cuando las cosas se ponen demasiado fáciles, nos buscamos los problemas nosotros mismos. Nunca digas: “No podré descansar y disfrutar hasta que…” Descansa y disfruta mientras te ocupas de tus asuntos. Aunque nosotros estemos preparados para recibir la información, los demás no lo están necesariamente. Si no te preguntan, por lo general significa que no quieren la información. El universo es un maestro paciente y perseverante. Dedica tu atención a las señales y todo transcurrirá con relativa facilidad.

                                                     

Andrew Matthews

1 comentarios:

Franziska dijo...

Que lógico que bueno y qué entendible es todo lo que desarrollas en este último post. Tendríamos que verlo todo tan claro y sin embargo ¿qué nos hace estar tan ciegos? Porque vemos bastante bien a las personas, cómo son, y hasta creemos saber lo que piensan, sin embargo, toda nuestra sabiduría acaba cuando ponemos nuestra atención en nosotros mismos.

Saludos cordiales. Franziska

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